Un amargo sabor de boca me dejó la tarde del sábado de Fiestas.
Para empezar nadie vino a abrir las puertas de la Sala Multiusos hasta bien pasadas las 18,30 horas. Dentro, una pila de mesas del Ejército, pesadísimas y poco manejables. Las sillas se las tuvieron que pedir al del Bar Flecha, que nos presionaba con que teníamos que devolvérselas, según se iba acercando la hora del concierto y de la cena.
Poca convocatoria tuvimos y para cubrir los 15 tableros, tuvimos que tirar de niños que apenas sabían mover las piezas, de mamás con poca experiencia y mucha moral y un número escasísimo de socios del Club que gracias a la familia Olmedo, Almodóvar, Chema Vizcay y pocos mas se salvó la cara.
La Alcaldesa ni vino a vernos, ni pasó por allí, ni mandó
representación. Únicamente se acercó para decir a los niños, que por cierto tiraban las piezas del ajedrez gigante, ante la impasible mirada de los padres, que los payasos no vendrían por un accidente de tráfico.
Si los payasos hubiesen venido, el panorama habría sido desolador sin los niños bronqueros y mal educados.
Mucho me voy a pensar el repetir la jugada. Si lo siento es por Héctor Elissalt que hizo lo que tenía previsto hacer y cumplió su parte.
Para empezar nadie vino a abrir las puertas de la Sala Multiusos hasta bien pasadas las 18,30 horas. Dentro, una pila de mesas del Ejército, pesadísimas y poco manejables. Las sillas se las tuvieron que pedir al del Bar Flecha, que nos presionaba con que teníamos que devolvérselas, según se iba acercando la hora del concierto y de la cena.
Poca convocatoria tuvimos y para cubrir los 15 tableros, tuvimos que tirar de niños que apenas sabían mover las piezas, de mamás con poca experiencia y mucha moral y un número escasísimo de socios del Club que gracias a la familia Olmedo, Almodóvar, Chema Vizcay y pocos mas se salvó la cara.
La Alcaldesa ni vino a vernos, ni pasó por allí, ni mandó
representación. Únicamente se acercó para decir a los niños, que por cierto tiraban las piezas del ajedrez gigante, ante la impasible mirada de los padres, que los payasos no vendrían por un accidente de tráfico.
Si los payasos hubiesen venido, el panorama habría sido desolador sin los niños bronqueros y mal educados.
Mucho me voy a pensar el repetir la jugada. Si lo siento es por Héctor Elissalt que hizo lo que tenía previsto hacer y cumplió su parte.
Mención especial para Leo Lucarelli que sin su protagonismo no habríamos podido hacer nada y la colaboración de Andrés Rapaport.
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