Alvaro y Leo del equipo B en el Club de ajedrez de Bustarviejo |
La cita se presentaba complicada para nuestros colegas del Equipo A, que jugaban contra unos clásicos del ajedrez madrileño, el Magerit. Todas viejas glorias conocidas, desde los tiempos en que Pablo Carrasco frecuentaba el Club Ajedrez Madrid, en el siglo pasado.
Así fue, parte con la ayuda de nuestros inconmensurables héroes, y parte por los méritos de sus rivales, terminaron con un resultado de 5,5 a 0,5 que desmoralizó profundamente a nuestros ídolos. Únicamente Aníbal pudo hacerse con el medio punto del honor. ¡Menos mal!
Nuestro equipo B, jugaba en los confines de la Tierra Media, donde Frodo perdió el anillo. Bustarviejo era la sede de nuestros feroces enemigos “Sierra Norte A”. A más de 60 kilómetros de distancia tuvieron que viajar nuestros socios. No sin antes haber echado en falta, pues no acudió a la cita, a nuestro último tablero Jorge Cerezo. Mal.
Así tres eran tres nuestros representantes. Los monstruos de Bustarviejo nos esperaban cargados hasta los dientes de porras y churros recién hechos, al tiempo que esgrimían café e infusiones hirvientes.
Puntualmente pusieron los inexorables relojes en marcha, que a los 30 minutos eliminaban a dos tableros de nuestro equipo. Con un dos a cero, nuestros luchadores afrontaban el medio juego, una vez que a Leonardo ya le habían tomado el pelo (¡Que osadía, verdad!) en la apertura. Aitor consumía el tiempo de su reloj, casi con las mismas ganas con las que Alvaro devoraba una enorme y aceitosa porra.
Aitor conseguía un fuerte ataque sobre las piezas negras de su rival. Alvaro llevaba pieza por peón después de una combinación bastante simple. Leonardo se defendía a capa y espada (¿Por cierto no sería la capa de ozono?) con su Rey sin enrocar e igualdad de material.
Sobre la una de la tarde, el oponente de Leo se deja un mate en una, y Leo lo ve y se lo da y el otro a cambio del mate le da el punto completo. A continuación Alvaro pasaba de ganar una pieza menor a ganar una torre y Aitor culminaba su ataque imparable conquistando el punto. Un minuto después, el de la torre de menos tumbaba su rey en la arena. Habíamos ganado el encuentro brillantemente.
Nuestros representantes, que no sindicales, se fueron a un bar a celebrar con unos boquerones fritos el cumpleaños de Aitor, al que le dedico esta crónica, y la victoria con solo tres presentados.
¡ENHORABUENA CHICOS!
Así fue, parte con la ayuda de nuestros inconmensurables héroes, y parte por los méritos de sus rivales, terminaron con un resultado de 5,5 a 0,5 que desmoralizó profundamente a nuestros ídolos. Únicamente Aníbal pudo hacerse con el medio punto del honor. ¡Menos mal!
Nuestro equipo B, jugaba en los confines de la Tierra Media, donde Frodo perdió el anillo. Bustarviejo era la sede de nuestros feroces enemigos “Sierra Norte A”. A más de 60 kilómetros de distancia tuvieron que viajar nuestros socios. No sin antes haber echado en falta, pues no acudió a la cita, a nuestro último tablero Jorge Cerezo. Mal.
Así tres eran tres nuestros representantes. Los monstruos de Bustarviejo nos esperaban cargados hasta los dientes de porras y churros recién hechos, al tiempo que esgrimían café e infusiones hirvientes.
Puntualmente pusieron los inexorables relojes en marcha, que a los 30 minutos eliminaban a dos tableros de nuestro equipo. Con un dos a cero, nuestros luchadores afrontaban el medio juego, una vez que a Leonardo ya le habían tomado el pelo (¡Que osadía, verdad!) en la apertura. Aitor consumía el tiempo de su reloj, casi con las mismas ganas con las que Alvaro devoraba una enorme y aceitosa porra.
Aitor conseguía un fuerte ataque sobre las piezas negras de su rival. Alvaro llevaba pieza por peón después de una combinación bastante simple. Leonardo se defendía a capa y espada (¿Por cierto no sería la capa de ozono?) con su Rey sin enrocar e igualdad de material.
Sobre la una de la tarde, el oponente de Leo se deja un mate en una, y Leo lo ve y se lo da y el otro a cambio del mate le da el punto completo. A continuación Alvaro pasaba de ganar una pieza menor a ganar una torre y Aitor culminaba su ataque imparable conquistando el punto. Un minuto después, el de la torre de menos tumbaba su rey en la arena. Habíamos ganado el encuentro brillantemente.
Nuestros representantes, que no sindicales, se fueron a un bar a celebrar con unos boquerones fritos el cumpleaños de Aitor, al que le dedico esta crónica, y la victoria con solo tres presentados.
¡ENHORABUENA CHICOS!
Puntos | Partidas | ||
Anibal Urruti (1825) (1921*) | 3,5 | 11 | 32% |
Alejandro García Diaz (1776) (1862*) | 4 | 12 | 33% |
Laro González Bolado (1706) (1648*) | 3,5 | 11 | 32% |
Pablo Carrasco Espasandin (1736) (1800*) | 5,5 | 12 | 46% |
Francisco Lechón Aparicio (1736*) | 0,5 | 8 | 6% |
Carlos Valbuena Navarro (1675) (1719*) | 4 | 9 | 44% |
Felipe Lechón Aparicio (1718*) | 5,5 | 11 | 50% |
Aitor Juez Gastañaga | 6 | 12 | 50% |
Alvaro Domínguez Coig (1656) (1796*) | 9 | 12 | 75% |
Leonardo Lucarelli (1466) (1592*) | 7,5 | 12 | 63% |
Mario Blumenfeld | 4 | 10 | 40% |
Jorge Cerezo Guerrero | 1,5 | 9 | 17% |
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