martes, 12 de febrero de 2013

CRONICA DELA OCTAVA RONDA DE LIGA

Por todos los conceptos es mucho más agradable jugar en casa. La temperatura es agradable y ese desayunito con unos churros que trajo Anibal y otras veces con bizcochos, no tienen precio, son tan familiares…


Algunos se durmieron, cosa que unos días unos y otros días otros, parece que es norma. ¡Anda! Los dos que se durmieron…perdieron….extraña coincidencia.

El equipo A se enfrentaba a un rival teóricamente accesible y así fue prácticamente. Alejandro con blancas doy buena cuenta de su oponente, que era el único adulto de la troupe visitante. A Laro le tocó el hijo del Maestro Elguezábal, un niño entrenado, que planteó una partida muy cerrada, al gusto de Laro. Al final se llevó el punto el visitante. Anibal consiguió un fuerte ataque en el flanco de Rey que le dio unos buenos dividendos y un puntito entero. Mª Elena fue una de las dormidas y claro no tenía la mente despejada. Finalmente Leo en la línea en la que viene transitando, le arrebató el punto a un pobre infante que a duras penas sabía cómo se movía el caballo. Todo un latrocinio y abuso.

En el equipo B, parece que no termina de estar nada claro. Don Jorge nos sorprende con la noticia que se tiene que ir a las 11,15h en el autobús para irse a jugar al futbol, actividad ésta, de todo punto contraria a la práctica del noble arte. Así que en una posición ventajosa con un peón de más, como se le echaba el tiempo encima, ofreció tablas y salió corriendo. Medio puntito que voló.

Mario en un alarde de lentitud, de paciencia, de calma, con la consigna de jugar especialmente lento para aburrir al niño oponente, ganó su punto, lo cual confirma que poco a poco va haciéndose con el ritmo de las partidas lentas de Liga. Al firmar la planilla le hice notar que le quedaba una hora treinta minutos en su reloj. Media por movimiento, menos de treinta segundos. Como es el que mejor porcentaje lleva del equipo (70%), ni una palabra más. Punto y medio de dos terminadas.

El que termina a continuación es Aitor, que juega una partidita asaz mala. Sobre el movimiento 14 de una apertura igualada desde el principio toma una ventaja de (+1.08). A continuación su oponente se auto-encierra un caballo que Aitor ve claramente y se lo cobra. (+2.65). Así con una ventaja sustancial que rondaba los 2 puntos sigue transcurriendo la partida. A continuación se equivoca con el salto del caballo y en vez de devolverle el material con gran ventaja, entra en un bucle de complicaciones en las que pierde la calidad y peón y del que no sale mas. El encuentro estaba empatado.

Ahora quedando dos partidas que parecían igualadas, el capitán contrario nos ofrece tablas en las dos que quedan al mismo tiempo, para empatar el encuentro. Yo le digo que tengo que consultar y Pablo con el tablero lleno de piezas y nada de extrañar, me dice que lo suyo son tablas, claro. Yo no quiero cogerlas porque quiero seguir a ganar y entonces le dejo a él libertad. El Capo enemigo no las coge si no son las dos de golpe. Seguimos jugando. Al final Pablo consigue coronar Dama y no ve un mate en dos… lástima de medio punto.

Mi partida trascurre por los cauces del Gambito Budapest, me dejo pieza durante dos movimientos en la apertura y menos mal que lo veo yo antes, pero mi oponente me cambia más piezas de las necesarias y no consigo ventaja en esa fase (tengo que darle otra vuelta a este Gambito). Cuando consigo una combinación trabajada en la que gano la calidad, me lío en los cálculos y no la materializo, con lo que mi infante adversario toma la iniciativa. Me tiene contra las cuerdas y un final de alfiles de distinto color y dos peones de más por su parte, consigo transformarlo en tablas salvadoras.

Empatamos el encuentro.

Me encuentro con una sensación desconocida y extraña en la que se mezclan los intereses del equipo con los particulares y con el hecho de estar en un equipo que no aspira a subir, pero que cuando juega quiere ganar, pero no quiere forzar a sus miembros en exceso y no nos vamos a enfadar, pero que no nos gusta perder, pero si se pierde no importa porque no vamos a aspirar al ascenso…Entonces será mejor pensar solo en el resultado particular, pero esto va de equipos…Creo que nos falta definición, objetivo y voluntad de ir a por ello. En definitiva, competir en una competición como competidores, ni como visitantes, ni como que pasábamos por allí, ni que no nos va ni nos viene, pero queremos ganar, luego nos importa el puesto en el que estamos en la Clasificación, pero si no… pues no se sabe que sentimiento te deja.

Así me gustaría abrir un debate, si es que tengo quórum sobre este particular y sobre lo siguiente que viene a continuación, que sin duda está relacionado con lo mismo. Incluso si por escrito se pone la cosa lenta, poco ágil e incómoda, podemos plantear una Reunión-Conferencia-Debate en el Club cualquier día de estos y así charlamos sobre lo que nos gusta, que es en definitiva el Ajedrez. (Con unas cervecitas, claro)

A mí me gustaría debatir un punto en el que al pertenecer a un equipo como el que perfilaba en el párrafo anterior no termina de quedar del todo claro:

Por mor del equipo, ¿Se le puede “forzar” a seguir jugando y a pelear mas, a uno de nuestros jugadores? Luego si éste fuerza una posición igualada y pierde… o gana…pero la estrategia del equipo está por encima del individuo? (Ya le pasó a Felipe el otro día) Hasta aquí todos de acuerdo. Pero si un jugador quiere seguir jugando, porque quiere ganar, como por ejemplo Alex contra Emiliano Sánchez hace 15 días, ¿ se le puede obligar a parar de jugar y coger las tablas. ¿O no?

Bueno a ver qué opiniones despierta esto y ya veremos cómo lo seguimos… si lo seguimos…Ciao

Alvaro Dominguez Coig

1 comentario:

  1. Buena crónica y buen tema para debatir, como ya has abierto el melón me lanzo.

    Para mi el grado de displicina viene marcado por el objetivo del equipo.

    El A tiene como objetivo el ascenso por encima de todo y es por eso que siempre se debe pensar en equipo, si alguien tiene que sacrificarse pactando tablas o forzando la victoria debe aceptarlo.

    El objetivo del equipo B es más la diversión que la propia competición. En este caso creo que no se debe obligar a nadie a seguir o no jugando ya que de lo contrario el objetivo de la diversión se convertiría en obligación y con ello se pierde el interés y el disfrute. Esto no quiere decir que se rompa la disciplina del equipo, si alguien quiere proponer o aceptar unas tablas lo primero que debe hacer es consultarlas con su capitán que a buen seguro no se las negara, pero ese pequeño gesto es lo que hace "equipo".

    La cuestión se complica cuando en un determinado momento de la liga el objetivo cambia para mal (como el año pasado con el equipo A que a mitad de liga prácticamente era imposible la permanencia) o para bien (como el equipo B de este año que con un poco de ambición estaría luchando por el ascenso). En estos casos lo mejor es que el equipo acuerde que hacer y replantear el objetivo para o ser un peón mas en la batalla y sacrificarse o bien jugar para disfrutar. Aunque siempre sin perder la disciplina.

    Y concluyo, lo peor de haber perdido mi partida este domingo fue la sensación de que por mi error el equipo perdiera el punto entero.

    Aitor.

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